Texto: Carmen García Campos

Las relaciones públicas son una parte muy importante en la planificación de la gestión de la comunicación de una organización, cualquiera que sea, con su público. Un paso en falso puede desembocar en una crisis con importantes pérdidas reputacionales, de posicionamiento de mercado y, por último, de carácter económico.

Un buen ejemplo de inteligencia en una campaña de relaciones públicas ha sido la iniciativa liderada por Carlos San Juan, “Soy mayor no idiota”. Este hombre de 78 años, que se sintió desatendido por el sector bancario, puso de manifiesto, sin experiencia previa, la importancia de actuar desde una estrategia de relaciones públicas que comunique de manera adecuada a todos sus targets. Sin excluir ni priorizar solo a un segmento: mayores, autoridades públicas, banca, medios y opinión pública. Una sola persona puso en evidencia a un sector empresarial todopoderoso mediante una estrategia de relaciones públicas y acciones “profesionales” para así conseguir el apoyo de miles de personas a una iniciativa que demanda sensibilidad para atender a una parte de la población desatendida ante una digitalización voraz que deja atrás a millones de personas. Pero nuestros mayores también votan y cuando se pudo valorar el peso que había alcanzado la campaña entre los ‘agraviados’ las autoridades tomaron protagonismo.

Es evidente que la digitalización ha supuesto un gran cambio en la manera de entender y de planificar las relaciones públicas, pero es importante la convivencia con las estrategias tradicionales para poder llegar a todos nuestros potenciales clientes y crear una imagen de marca con valores no excluyentes.  

El objetivo de las relaciones públicas es crear vínculos y comunicación con el público concreto de cada organización. Internet y las redes sociales son grandes impulsores de la comunicación bidireccional, logran que se conozca de una manera más personalizada las necesidades de los clientes y su feedback respecto a nuestro producto y servicio. Paradójicamente la campaña “Soy mayor no idiota” ha sido una acción online que ni de lejos hubiera conseguido la repercusión que ha tenido mediante solo medios tradicionales.

Vamos a analizar algunos aspectos que tienen relevancia en una estrategia de relaciones públicas y las diferencias existentes entre su versión tradicional y la digital.

  • El canal. La manera de consumir contenido ha cambiado radicalmente en los últimos años. Los medios de comunicación tradicionales siguen siendo canales importantes de trasmisión de información de las marcas, pero es importante integrar en las estrategias a los medios digitales. En este sentido no pueden obviarse las redes sociales ya que son herramientas que aportan visibilidad y que son, en este momento, claves para las acciones de marketing de cualquier organización.
  • El contenido. Lo que queremos transmitir tiene que estar adaptado a los diferentes canales porque cada uno de ellos comunica con segmentos de nuestro público, de nuestro potencial cliente. No se puede comunicar de la misma manera en un anuncio de televisión que en Instagram o en un blog. El copiar y pegar el contenido en las diferentes plataformas es un error, a veces muy común.
  • Herramientas. Cuando queremos hacer una comunicación a nivel profesional ya no sirve un email multitudinario con cientos de periodistas en copia. Los diferentes CRMs ayudan a segmentar a quién vamos a dirigir determinada información para asegurarnos de que nos estamos dirigiendo a las personas adecuadas.
  • Audiencia. En las relaciones públicas tradicionales nuestra audiencia son los periodistas que publican la información que les enviamos. En PR digital ampliamos los receptores porque incluimos perfiles especializados como influencers y bloggers, usuarios de redes sociales con temática relacionada, medios online…
  • El tono. ¿Cuántas veces nos enfadamos no por lo que nos dicen sino por cómo nos lo dicen? El tono es fundamental a la hora de comunicarse y tiene que adaptarse a las diferentes aplicaciones que utilizamos. Con la digitalización el tono se ha vuelto más coloquial y menos encorsetado, pero tampoco tenemos hay que sobrepasar el límite de la informalidad (aunque según qué marca).

En el ámbito de la comunicación y de las relaciones públicas corporativas los cambios son rápidos y conviene no quedarse atrás. Es importante estar “conectados” a las nuevas estrategias para poder llegar a nuestro target.